Picasso: Françoise (1943-1952) – B1

«Soy Françoise Gilot. A Picasso le di dos hijos, Claude y Paloma. Compartí mi vida con el durante nueve años. Queriéndole con locura, fui la única que le abandono».

Françoise buscó y encontró

En 1943, en plena resistencia francesa, cuando aun se mantiene firme la relación con Dora, Picasso conocerá a su nuevo amor. Françoise Gilot. Ella le buscó, él la encontró.

Françoise, la mujer-flor (Picasso 1943)

Françoise, la mujer-flor
(Picasso 1943)

Picasso tiene 62 años. Françoise, 23. Sus brillantes ojos castaños y su actitud inteligente y soñadora le conferían una realidad bucólica. Pero también muy terrenal y física.

Le interesaba la pintura y tenía talento en este arte, cosa que no hizo sino entusiasmar más a Picasso.

Su nivel social, de clase media alta, fue un atractivo más para el pintor. Françoise tenía una abuela de fuerte personalidad que ejercía una influencia decisiva en la joven.

Más y más mujeres

Françoise iba muchos días a dejarse pintar por Picasso y a que éste la enseñara. En esa época la situación sentimental de Picasso comienza a ser caótica.

Dora Maar (Picasso 1939)

Dora Maar (Picasso 1939)


Seguía con Dora pero también veía clandestinamente a Marie-Thérèse Walter con la excusa de visitar a su hija Maya.
Marie-Thérèse Walter  (Picasso 1939)

Marie-Thérèse Walter
(Picasso 1939)


Y ahora, sin buscar, encuentra a Françoise Gilot. Picasso no era promiscuo sino monógamo (N.R: según L.M. Lóperz Tapias) y sus infidelidades no fueron con mujeres distintas a sus parejas sino con ellas mismas, a las que nunca renunció ó quizás fueron ellas las que no quisieron o no pudieron renunciar a él.

Como consecuencia de lo anterior quizás se puede explicar la fijación de Picasso en sus cuadros, sobre todo en sus grabados por la leyenda del minotauro y su connotación poligámica y fálica. Así se lo cuenta a Françoise Gilot en una de las sesiones de pintura que siempre terminaban en una relación sexual.

«Mira Françoise;
Un Minotauro guarda a su lado a muchas mujeres
Y las trata siempre muy bien,
Pero reina sobre ellas por el terror.
Así que ellas terminan alegrandose de que este muerto.
Un Minotauro no puede ser amado por sí mismo,
Eso cree él.
Le parece que eso es imposible.
Tiene cara de pensar que ella no puede amarle
Sencillamente porque es un monstruo».

Todos a la costa

Al finalizar la II Guerra mundial, en el año 1945, Picasso se llevó para una estancia prolongada en la Costa Azul, a Françoise Gilot. Dora Maar seguiría su propio camino, ahora en una casa junto al Mediterráneo que el propio Picasso le había regalado. Y cerca de él.

En La Costa Azul, en Antibes, Françoise descubrió a Picasso el abandonado Palacio Grimaldi, con el que Picasso llevaba años soñando para instalarse allí a pintar.

Durante varios meses Picasso convirtió el viejo palacio en su propio taller. A falta de telas compró grandes planchas de madera y allí pintó todo el espíritu del Mediterráneo. Ese mundo que llevaba dentro, desde sus días infantiles en Málaga.

Aquel olvidado museo es hoy uno de los varios que se llaman Museo Picasso. Allí pintaría ‘La alegría de vivir’ y toda la serie de faunos. Allí encontraría sentido a una de sus frases más conocidas.

«Cuando se es joven
se es joven para siempre».

La mujer flor

Françoise fue ‘La mujer flor’. Picasso, cuando deseaba verla comenzaba a pintar su retrato. A las pocas horas aparecía Françoise. Picasso decía que era como hacían los antiguos pobladores de las cavernas. Pintaban un bisonte y enseguida este aparecía y lo cazaban. Picasso no era dominante, pero dominaba. No le importaba mandar, pero mandaba…

Caude con su madre (Picasso1948)

Claude con su madre (Picasso 1948)


Nunca quiso ser líder, pero lo fue. El gran error de Françoise, como el de Dora, fue renunciar a la pintura y vivir únicamente por y para Picasso. Le dio dos hijos, Claude, nacido en 1947, y Paloma, en 1949.

Pero ya a principios de los años 50, aquella joven empieza a superar el deslumbramiento que había sentido por el genio y a sentirse a disgusto a su lado.

Los problemas de Françoise

Por otro lado acaba de aparecer en su vida, cuando no le falta mucho al pintor para cumplir setenta años, otro nuevo y extraño amor, no buscado sino también encontrado.

Sería una relación clandestina, intermitente y misteriosa, más duradera que otras muchas del mismo genero, ya que se alargó durante casi diez años. Quizás no se conocería hoy, si su protagonista, ‘La chica de los miércoles’, no la hubiese contado en un libro. Era Genevieve Laporte.

Françoise no le dio mucha importancia a esta relación. Sus problemas eran otros. Deteriorada ya su relación con Picasso, tiene que aguantar en esos años en la Costa Azul la avalancha de los que quieren saludar al genio.

Y también en París, donde los turistas iban a ver primero la Torre Eiffel y luego querían verlo a él. Y en primera fila los españoles, que quieren saludar al símbolo viviente del arte antifranquista; Cela, Alberti, los pintores de Málaga y tantos otros. A mediados de los años 50 comienza esa peregrinación que no cesaría nunca.

Los veranos en la villa de Picasso son un verdadero caos. Además de amigos, curiosos y aquellos que luchan por arrimarse a la gloria, acuden también a visitarlo Marie-Thérèse con Maya, incluso Olga alguna vez. Paulo, su hijo, continúa siendo el chofer de la familia.

Françoise se harta

La agitación, la fama, el desdén del artista, acabaron por desesperar a Françoise. Según confesó con humor e ironía, no podía pasar el resto de su vida al lado de un monumento histórico….

Antes de que regresaran a París, en 1953, ella buscó a unos amigos y le dijo a Picasso que se marcharía para siempre de su lado. El, furioso y herido en su orgullo, la echó inmediatamente de casa.

Picasso, sólo en su estudio, se puso a dibujar a Genevieve Laporte para conjurar su miedo y su soledad. Como tantas veces había sucedido, a los pocos días apareció aquella mujer, su amor trashumante.

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L.M. López Tapia
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