Picasso: Jacqueline (1955-1973) – B1

«Soy Jacqueline Rocque. Viví junto a Picasso 18 años. El murió en mis brazos. Me llamaron enfermera, esclava y carcelera. Fui su mujer».

Picasso ¿de nuevo enamorado?

Picasso dijo una vez que no se ama a Venus, sino a una mujer. También dijo en sus últimos años, incluso después de haber pintado la prodigiosa serie ‘El pintor y su modelo’, que no se había enamorado nunca.

Jacqueline (Picasso 1954)

Jacqueline (Picasso 1954)


Sin embargo, una vez mas se dejó vencer por otra mujer joven. Jacqueline tenía entonces 27 años. La separaban de él, 47. Casi medio siglo. Era menuda, más baja que Picasso (l,50 cm) y Picasso 1,63 cm.

Siempre acicalada, rigurosa, abnegada y ciertamente estaba dispuesta a convertirse en la secretaria, mensajera, enfermera, amante, ama de llaves e incluso esclava y carcelera del pintor. Cuando éste acepto vivir con ella, anunció: «Has entrado en sacerdocio. Me llamarás monseñor».Y así fue.

Jacqueline enjabonaba el cuerpo de Pablo a la hora del baño, le contemplaba durante su trabajo aunque cayera la madrugada y ella se durmiera en la silla. Al igual que las anteriores mujeres hizo de modelo una y otra vez.

Se casarían más tarde, en marzo de 1961, seis años después de la muerte de Olga Koklova, la primera esposa legal del pintor que nunca le dio el divorcio y cuando él cumple los 80.

Picasso con su fotógrafo oficial André Villers.

Picasso con su fotógrafo oficial André Villers.


Para entonces habían vivido juntos siete años en ‘La Californie’, comprada en 1955, una casa enorme situada en el monte por encima de Cannes. Un biógrafo de 1958 evica la casa como ‘el lugar más feliz del mundo’.

Allí intentó Jacqueline, incluso con excesivo celo, guardar al pintor del calor de sus amigos y de la curiosidad de sus admiradores. Ella justificó ese comportamiento con las siguientes palabras.

Jacqueline se suicidó el 15 de octubre de 1986 en Mougins, en Notre Dame da Vie, la casa de la Costa Azul en la que había vivido los últimos años, con y sin Picasso. Algunos biógrafos identifican este suicidio con el ritual de las viudas hindúes que se arrojan a la pira junto al cadáver de su marido.

Parece más convincente otra versión. Después de superar los problemas de la herencia y todo lo que le hicieron sufrir los herederos del pintor, fundamentalmente por el comportamiento de ella en el entierro de Picasso, prohibiéndoles la asistencia, se quedó tranquila, pero le faltaba un hombre y ese hombre existía.

Se llamaba Frederic Rosiff, el cineasta autor de ‘Morir en Madrid’ y del largometraje documental ‘Pablo Picasso, pintor’, gran amigo de Picasso y por su calvicie muy parecido al pintor. Pero Rosiff no la hizo caso y se fue con otra mujer

Y Jacqueline eso ya no lo pudo superar.

EPíLOGO

En octubre de 1961, el pueblo de Vallauris organiza la fiesta más grande de su historia en homenaje a Pablo Picasso, que cumple 80 años. Según el decía, su centenario. Llegaron más de cuatro mil invitados de todo el mundo y más de seis mil curiosos.

A media tarde se le ofrecía una corrida de toros en la que se mataría a los animales a la manera española, a pesar de la prohibición francesa para aquella localidad.

Picasso concedió el honor a Françoise Gilot para que, vestida de corto y a caballo, según la tradición, pidiera las llaves de la plaza. Estaba tan radiante que Picasso se emocionó al verla.

Pero no podía volver atrás el tiempo… A su lado permanecía Jacqueline, su seguridad, su fiel guardiana. También habían acudido junto a él Marie-Thérèse Walter con Maya, que vivían en la Costa Azul. Y los otros tres hijos, Paulo, Claude, Paloma. E incluso sus nietos, Pablito y Marina. Y porque no, quizás estuviera Dora Maar, fotografiándolo todo. Y también Genevieve Laporte.

Hubo feria por la noche y todo el pueblo estuvo allí. Los fuegos artificiales eran dignos de un emperador… Picasso cantó y bailó con todos hasta el amanecer.

Solamente su amigo Andre Malraux, ministro de Cultura, le puso de mal humor durante unos minutos, cuando le propuso por enésima vez que se hiciera ciudadano francés. ¡Precisamente durante una corrida de toros, la más duradera de las pasiones españolas de Picasso! Picasso le respondió. «Nací en Málaga y aprendí a pintar en La Coruña, en Barcelona, en Madrid. Y pinté Guernica. Nunca podré ser francés. Suelen decir que un exiliado español es una persona que lo ha perdido todo menos el acento. Pero yo no reniego de mi patria. A pesar de que ahora mi patria reniegue de mi obra e incluso de mi mismo. Nunca podre ser francés».

Y así lo definió el poeta Gabriel Celaya.

«Español sin remedio,
español en la tierra
el cielo y el infierno».
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L.M. López Tapies
http://servicios.diariosur.es/picasso/mujeres2.htm
http://fr.m.wikipedia.org
http://www.madrid.org/museopicasso/index.php?option=com_content&view=article&id=60&Itemid=125