«Soy Dora Maar. Con Picasso viví ocho años y fui testigo principal de la gestación de su cuadro mas famoso: ‘El Guernica’. Dicen que fui, de todas, la más inteligente».
Henriette Teodora Markovitch había nacido en París en 1907. Hija de un arquitecto croata y de una francesa, se trasladó a Buenos Aires a los tres años de edad. Tuvo una adolescencia privilegiada, tenis, playa, bailes y cruceros.
De nuevo en París, la joven conectó con los surrealistas y la extrema izquierda. Fue amante del escritor Bataille, una de las personas más inteligentes de aquellos años y también del cineasta Chavance.
La sangre de Dora
Cuando Dora conoce a Picasso en el café ‘Les deux Magots’, está jugando a pincharse los dedos con una navajita, hasta hacerse sangre. Picasso agarra sus manos y le dice que esa sangre es tan hermosa como la de los toros en la plaza.
Picasso se presenta como poeta, le dice que los toros son ángeles que llevan cuernos y le pide que escuche sus versos. Dora sigue la ficción y escucha.
El Guernica
El gobierno Republicano español había encargado a Picasso un cuadro para la exposición universal de 1937. Pero en 1936 estalla la guerra civil, y el pueblo de Guernica en el País Vasco es bombardeado por aviones alemanes.
Dora Maar protegió a Picasso durante todo el proceso de creación del Guernica. Además fue el testigo gráfico ya que fotografió todos los bocetos. Dora era muy buena como fotógrafa. Su error fue querer dedicarse a la pintura. ¡Al lado de Picasso!
Muchas mujeres
En plena creación del cuadro, Marie-Thérèse Walter fue a visitar a Picasso. Dora no la dejó pasar. Los gritos de la pelea de las dos mujeres despertaron al pintor que les dijo que se quedaran las dos o que se fueran las dos. Pero Marie-Thérèse era ahora claramente la perdedora.
Su hija Maya explicaba porque Picasso dejo a su madre por Dora Maar. «Todos necesitamos Sal (Dora) y Azúcar (Marie-Thérèse)».
Para Picasso retratar a las mujeres era una forma de seducirlas. Muchas se identificaron con sus retratos y cuando dejó de hacerlos, todo se acabó para ellas.
Marie-Thérèse Walter guardo recortes de las uñas y pelo de Picasso durante muchos años, como pequeños trozos del hombre que nunca poseyó del todo.
Maria Teresa fue una víctima del abandono de Picasso y sin poder soportar su ausencia (muerto ya Picasso, ésta era claramente definitiva) se suicidó en 1977. Ella fue la primera, pero no la única.
La relación de Picasso con Dora Maar fue menos tranquila que la de Marie-Thérèse Walter. La crispación de los retratos que le hizo no fue solo por la angustia de la guerra civil. Esa era una primera lectura. Pero había más. Había una lucha de dos fuerzas casi igualadas y en esa lucha perdió finalmente Dora.
Sin embargo, el ‘Guernica’, la ideología de izquierdas, la rabia contra el fascismo, primero en la guerra de España y después en la ocupación alemana de París les unió con fuerza.
Dora jamás le decepcionó. Junto a él se jugo la vida. El embajador nazi les visitó un día para congraciarse con el famoso pintor español. Ante una reproducción del Guernica preguntó a Picasso. «¿Esto lo ha hecho usted?» Y Picasso con sorna le respondió. «No, eso lo han hecho ustedes. Si, ustedes».
Fin de Dora
Dora acabo perdiendo la razón. Cuando Picasso la fue abandonando tras conocer a sus dos siguientes amores, casi a la vez, Françoise Gilot y su otro amor secreto, Genevieve Laporte, Dora entró en un proceso de meditación y de alucinaciones La mística se apoderó de ella.
El famoso psiquiatra Dr. Lacan y el amigo Paul Eluard ayudaron a Dora y criticaron con dureza a Picasso su egoísmo. Dora llegó años más tarde a entrevistarse con Françoise Gilot y sus demoledoras frases han pasado a la historia. «Sin Picasso no hay nada. Después de Picasso, sólo queda encontrarse con Dios».
Dora Maar murió en Parías a los 90 años de edad, en el mes de julio de 1997.
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L.M. López Tapia
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